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Cómo cuidar y tratar a una persona mayor con demencia
Cómo cuidar y tratar a una persona mayor con demencia o Alzheimer
Las personas mayores que sufren demencia a menudo olvidan conversaciones, fechas, citas, hechos vitales, pierden objetos personales o los ponen en lugares no habituales. Sin embargo, presentan dificultades para aprender y recordar nueva información, y se vuelven repetitivas, es decir, explican muchas veces lo mismo o preguntan de forma reiterada la misma información. Por ello, cuidar y tratar a una persona mayor con demencia supone muchos desafíos para sus familiares o cuidadores. ¿Cómo podemos, pues, lidiar con esta enfermedad y facilitarle la vida a la persona que la padece?
¿Qué es la demencia?
Las demencias se caracterizan por un descenso adquirido, generalmente evolutivo y persistente, de diversas funciones intelectuales de la persona mayor, sin alteración del nivel de conciencia. De hecho, habitualmente, este deterioro es tan intenso como para interferir de forma significativa en las actividades de la vida diaria de la persona.
En muchas ocasiones los primeros síntomas que aparecen son los que afectan a la memoria como, por ejemplo, no recordar citas, nombres, palabras, perder objetos y/o ubicarlos en lugares incorrectos. Y, muchas veces, estas primeras dificultades de memoria pasan inadvertidas por los familiares o bien se atribuyen al propio proceso de envejecimiento de la persona.
Hay que tener en cuenta, además, que no todas las demencias afectan por igual a la memoria. Así, en demencias como la asociada a la enfermedad de Parkinson, es la información la que cuesta recuperar espontáneamente, aunque se haya registrado y almacenado, si bien se termina por tener un buen resultado si a la persona se le dan pistas. En cambio, en las demencias tipo Alzheimer, lo que altera de una manera más acusada es la capacidad de registrar nueva información, ya desde fases muy tempranas de la enfermedad. Por eso las personas mayores con Alzheimer tienden a repetir las mismas preguntas todo el tiempo, pues no recuerdan la respuesta o ni siquiera haberlo preguntado.
En la mayoría de tipos de demencias, la memoria a largo plazo es la que a menudo se preserva durante más tiempo. Se puede mostrar, sin embargo, selectiva. Es decir, no recordar, por ejemplo, la fecha de su propia boda pero sí la boda de los hijos, o bien recordar que esa persona es conocida de algo, pero no saber quiénes son los hijos o no reconocer en las fotografías a las personas en cuestión.
La preservación de la memoria a largo plazo es uno de los grandes recursos para mantener la identidad de la persona.
¿Cómo podemos facilitar la vida de las personas con demencia?
A continuación encontrarás algunas recomendaciones que te ayudarán a gestionar los cambios en la memoria que se dan en las personas mayores con demencia:
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Simplificar: se recomienda favorecer rutinas sencillas y evitar tareas en las que la persona con demencia tenga que tomar muchas decisiones importantes, por no producirle estrés y/o ansiedad.
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Ayudar al recuerdo: desde la amabilidad, debemos facilitar que la persona mayor se pueda sentir orientada, explicándole a lo largo del día lo que va pasando, el lugar donde estamos, lo que hacemos, el nombre de las personas que hay...
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Favorecer la comunicación: nos tenemos que adaptar a su capacidad de comunicación e intentar comprender sus palabras y gestos, a pesar de los lapsus en las palabras o las frases. Debemos dar tiempo y favorecer que la persona mayor pueda expresarse. Aparte, nuestra comunicación también debe ser clara y sencilla: las frases cortas y simples, y acompañar a nuestros mensajes con indicaciones (gestos, señalar objetos...). Si la persona mayor tiene dificultades para entender lo que le explicamos o le estamos pidiendo, muchas veces basta con repetir la frase, siempre con mucha comprensión, paciencia y afecto.
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Avanzar a los estresores: es importante que estemos atentos a las acciones, situaciones y olvidos de memoria que pueden ser desencadenantes de alteraciones de conducta. Un buen sistema es estar atentos a la expresión no verbal de la persona mayor y/o llevar un registro de otras situaciones que han desencadenado alteraciones conductuales en el pasado.
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Generar confianza: debemos favorecer que la persona mayor con demencia se pueda sentir segura y amada cada día, aunque ella no lo corresponda. Nuestro tono de voz debe ser suave, tranquilo y cariñoso, y debemos mostrarnos comprensivos y facilitadores.
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Adaptarnos a cada situación concreta: el día a día puede ser cambiante y, a menudo, lo que hoy nos es útil quizás mañana no nos funcionará. La progresión natural de la demencia y otros factores vinculados a la salud, al entorno, el estado emocional de la persona, o incluso al clima, influyen en el estado de la persona con demencia. Por ejemplo, si padece de estreñimiento ocasional, ha dormido mal o tiene mucho calor, su atención, percepción e interacción con el entorno pueden estar afectadas. Debemos estar atentos a la variabilidad de las respuestas de la persona mayor con demencia y adaptarnos con estrategias fáciles y creativas. Por eso es muy importante que seamos flexibles y pacientes.
Hay que recordar, por último, que la persona mayor con demencia sufre dificultades cerebrales: si queremos modificar su conducta seguramente no lo conseguiremos, se pondrá nerviosa o pondrá resistencia. Eso sí, si modificamos nuestra forma de comportarnos, seguro que la conducta de la persona mayor cambiará, al menos en algunos aspectos.
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